domingo, 22 de mayo de 2011

Doña María Teresa Mijares de Solórzano, 1ª Condesa de San Javier,
óleo realizado por Bartolomé Cazales en 1732 (Boulton, 1975)
Anónimo, Pendones alegóricos a la Virgen del Rosario, Caracas
bordados en hilos de oro (Fundación Polar)

El Retablo de la Venerable Orden Tercera,
Iglesia de San Francisco, Caracas
La Pieza más representativa del Maestro Carapintero
Domingo Gutiérrez (1765-1769).
Dorado por Juan Pedro López en 1771
(Duarte, 2004)

Orfebrería Colonial. Santo Sepulcro,
Sebastian Ochoa Montes (1728)
Solicitado por las Monjas del Convento de la Concepcióan,
actualmente en custodia de la Iglesia San Francisco de Caracas


Estatua orante del Obispo Diego de Baños y Sotomayor
Autor anónimo, principios siglo XVIII.
Capilla del Popolo, Catedral de Caracas.
(Barroso, 1993)
Imágen de un Acto Sacramental,
Cosstumbre extendida en los centros
poblados de la Venezuela Colonial
(Imagen Fundación Polar)

Atribuida por Duarte a Juan Pedro López (1766)
Nuestra Señora de Caracas.
(Duarte, 2004)



REVISION HISTORICA ACERCA DE LA ACTIVIDAD DE ARTISTAS Y ARTESANOS DE SANTIAGO DE LEON DE CARACAS
EN EL SIGLO DE ORO (SIGLO XVIII)





Vamos a hacer una aproximación sobre algunos aspectos culturales de la sociedad colonial en Santiago de León de Caracas durante el siglo XVIII, de cómo vivieron los numerosos artistas y artesanos que tuvieron en sus manos el poder de transformar materiales, realizar obras de considerable calidad, ofreciéndonos así con su legado una aproximación a la forma como decoraban sus casas e iglesias los antiguos caraqueños, como era la religiosidad de nuestro pueblo. También mostraremos algunos de los rostros de los llamados señores principales, blancos criollos con títulos de nobleza y de los señores obispos protagonistas de algunos de los eventos a los cuales me referiré más adelante.

Cuando pensamos en las obras artísticas de entonces, compartimos la falsa creencia que fueron realizadas por mano de obra esclava, y que las más destacadas fueron traídas de España, México, Portugal, Perú, u otras latitudes; que la ciudad era una pequeña aldejuela, cuyos vecinos apenas salían de sus casas, sus mujeres eran poco menos que iletradas, secundonas y multíparas en grupos familiares numerosos, aislados del mundo exterior, la esclavitud cernía sobre los vecinos un clima de sometimiento y silencio en la pequeña ciudad. Demasiados prejuicios, bastante alejados de lo que en los últimos años historiadores, cronistas e investigadores han estado encontrando en sus interesantes trabajos de reconstrucción, de exploración documental.

En las últimas décadas laboriosos investigadores como Alfredo Boulton, Graciano Gasparini, Carlos Duarte entre otros, nos han venido mostrando un panorama diferente al asomado en el párrafo anterior. El siglo XVIII, al que nos atrevemos a calificar como siglo de oro, resultó ser un periodo de tiempo en el que la ciudad mostró los signos de un notable progreso, condición que fueron consolidando sus antiguos habitantes, a través de casi dos siglos. Entonces, los caraqueños se habían asentado geográficamente en su accidentado suelo. Catedral, la parroquia más antigua concentraba la mayoría de las dependencias reales, religiosas y vecinos principales; Altagracia, auxiliar de parroquia tenía algunos vecinos acomodados, pardos libres y canarios, estos dos últimos grupos en su mayoría artesanos y artistas que a lo largo de este siglo fueron aumentando sus ingresos por el trabajo artesanal, comercial o artístico que realizaban en sus talleres, casas-tienda o ambulantes; San Pablo en cuyos límites funcionó el primer centro hospitalario (Real Hospital de San Pablo, Hospital de Caridad de mujeres), con una población creciente que antes de concluir el siglo debió formar otra parroquia alrededor de la Iglesia de Santa Rosalía de Palermo; y Candelaria, habitada en los primeros años de este siglo por los “sin techo” de entonces, la mayoría de ellos canarios y que formarían un iluminado y festivo sector antes de concluir esta centuria. En Altagracia y Candelaria, se residenciaron algunos de los artistas y artesanos caraqueños de quienes queremos referirnos en este trabajo.

El siglo XVIII se inició con la llegada de un nuevo Rey, Felipe de Anjou, quien tomaría el nombre de Felipe V, y cuyo arribo significaría la llegada de los Borbones al poder español. En Caracas los vecinos criollos habían conformado un grupot selecto, que disfrutaba del poder económico, algunos ostentaban títulos nobiliarios, y desde antiguo, en el poder político podían exhibir sus Alcaldes, quienes tenían la costumbre de gobernar temporalmente en la figura de los Alcaldes gobernadores, por muerte o ausencia temporal del gobernador titular, privilegio este confirmado por Felipe V, y hacia la tercera década del siglo derogado por el mismo Rey.

También tuvo lugar la fundación de la Real y Pontificia Universidad de Caracas (1721), sobre las bases del viejo Seminario Santa Rosa (1683), en la esquina suroeste de la Plaza Mayor, centro de enseñanza que había sido una antigua aspiración de los mantuanos que debían enviar a sus hijos a peligrosas travesías a otras tierras para completar su educación, así como también a la Corte Española, pretensión a la que no renunciaron algunas encopetadas familias hasta por lo menos la primera década del siguiente siglo. Los caraqueños también fueron testigos de los avances en tecnología, de las ideas del pensamiento, literatura que llegaba a las manos de ávidos lectores que acusaban recibo de lo último de la literatura europea, incluyendo algunos títulos prohibidos por la inquisición, cuya lectura propicio a la larga la ruptura con el régimen español (Leal, 1947).

En la división del trabajo los caraqueños del grupo de los blancos criollos se enorgullecían al ser llamados cosecheros (muchas de sus fortunas se originaron con el primer oro negro que tuvimos: el cacao); mercaderes (algunos incluso dueños de embarcaciones que comerciaban los frutos con Veracruz, y hasta participaban en la fijación de precios de los productos, antes de la llegada de la Compañía Guipuzcoana en 1730) y como instrumentos de trabajo no podían menos que soportar un libro, un rosario o una espada. Los demás oficios llamados inferiores eran ejercidos por los blancos de orilla, canarios, o los pardos libres. Pintores, músicos, orfebres, plateros, carpinteros, escultores, doradores, y hasta médicos recibían remuneración por sus trabajos lo que a lo largo del siglo significó la acumulación de modestas fortunas, posesión de esclavos, casas y otros bienes con lo cual no fue de extrañar que siendo el estrato más numeroso de la población recibieran consideraciones del Rey Carlos III como lo sería ya avanzado el XVIII la implementación del Comercio Libre y las Gracias al Sacar (Arcila, 1946).

A nivel administrativo el Rey Carlos III, uno de los más progresistas tomó decisiones que nos dieron a la larga la integridad territorial y la autonomía respecto a las Reales Audiencias de Santo Domingo y Santa Fe, es así como ordenó la creación de la Capitanía General de Venezuela (1777); el Real Consulado (1793); la Real Audiencia de Caracas (Pino Iturrieta, 1997).

Además de lo anteriormente señalado encontramos en los documentos revisados, a una comunidad profundamente religiosa, una población, en todos sus estratos, activamente participativa en los oficios religiosos y las fiestas de tablas que correspondía llevar en la capital de la Provincia (Otaduy, 1973), preocupada por el ornato de sus iglesias y conventos, integrantes de las distintas cofradías que había en cada centro religioso, figuras laicas que permitían la integración de los distintos estratos, reconocimiento y apoyo social, y, finalmente, organizadas en la idea indisoluble DIOS-REY, pero entre las generaciones que nacieron en las últimas décadas de este siglo, pudieron deslindarse de esta idea y permitirse una alternativa de cambio, se aprecio el germen del deseo de independencia que cristalizaría en el siglo XIX.





ACERCA DE LA ACTIVIDAD ARTISTICA Y ARTESANAL

En Caracas la actividad creativa estaba relacionada a lo religioso, siendo la Iglesia uno de sus principales empleadores. La estructura visual de la ciudad fue cambiando con la creciente remodelación y construcción de estructuras, desde las casonas solariegas y viviendas principales, puentes, plazas, teatro (1781) y dependencias de la corona que comenzaron a mostrar la influencia del barroco en las primeras décadas hasta el cambio de moda que significó la llegada del Rococo. El trabajo colectivo, la enseñanza del trabajo en los talleres (aprendices), una elevada autoestima sobre la calidad de sus desempeños caracterizaron la labor artística y artesanal en este siglo. El justo pago por sus trabajos en todas las áreas del arte, las destrezas en distintas disciplinas significaron el ascenso económico de este grupo en la sociedad colonial.

LA PINTURA:

Ningún trabajo que reseñe esta actividad está completo si no se recuerda el invaluable aporte que Alfredo Boulton nos legó. Reconocer los hombres y mujeres que se dedicaron a esta rama del arte en Santiago de León de
Caracas, es un requerimiento de nuestros tiempos. Redescubrimos los nombres y las formas de vida que los laboriosos pintores caraqueños, sin escuela formal pero con gran sensibilidad. Las estampas, la iconografía cristiana venía pautada por lo que importábamos de España y Europa en general, las primeras producciones tenían mucho del tenebrismo de la pintura flamenca (Boulton,1975). Las imágenes de Cristo, advocaciones marianas y los antiguos patronos fueron objeto de representación por parte de los laboriosos pintores de Caracas. Además de la pintura religiosa encontramos retratos de señores Principales, señores obispos y otros religiosos. Los pintores generalmente eran doradores, escultores, en esta área se destacaron:





El pintor del Tocuyo (Nuestra Señora del Rosario, témpera sobre Lienzo, joya de nuestra Colonia, ubicado en Lara I. de N. S. de la Concepción; Cuadro de Ánimas, principios de 1700)
Anónimo N. S. de la Candelaria, óleo sobre madera con aplicaciones de oro y plata, fines del XVIII)
Francisco José de Lerma (N. S. de Las Mercedes; Molduras del Retablo de N. S. del Pilar en 1715, Retrato de Feliciano Palacios y Sojo, 1726;
Juan Pedro López (De los más completos artistas de este siglo, ampliamente estudiado por Carlos Duarte)
Pedro Pablo Díaz (1748 pinta Gallardetes para la Cofradía del Rosario de I. de San Jacinto)
José Lorenzo Zurita (“Coronación de la Virgen”, y “Resurrección “, óleo sobre madera 1748, para la sacristía mayor de Caracas)
Pedro Juan Álvarez Carneiro ( Pinturas del Retablo de la Sacristía Mayor de Catedral)
Escuela de Caracas (La dormición de Santa Rosalía, Iglesia de Santa Rosalía)
Los Landaeta (Ntra. Sra. De Caracas de Juan José Landaeta, 1805, Ciudad Mariana de Caracas, 1766)

DORADORES:
Pedro Juan Álvarez Carneiro ( dorador Cátedra de Santo Tomás (1755) y del Retablo de la Sacristía Mayor de Catedral)
Antonio José Landaeta (1748)
Fernando Álvarez Carneiro (1735 a 1753)
Alonso de Ponte (ha. 1761)
Blas Miguel Landaeta (fines del XVIII)


LA ESCULTURA: Tallas en madera estofadas y policromadas, piezas de bulto, medio bulto y las quita y pon (de vestir)
Enrique Antonio Hernández Prieto (Talla de San Pedro Apóstol, 1742)
José Francisco Rodríguez, el Tocuyano (Adoración de la Virgen por la Santísima Trinidad, 1798)
Juan Francisco Figueroa y Liendo (S. Virgen de la Guía, Iglesia de San Mauricio, 1735)
Francisco Yánez (Realiza en 1755 imagen de N. S. de los Dolores, actualmente en Santa Teresa)

MODELADO EN ARCILLA:
Juan Pedro López (escultor de la Estatua la Fe (1760-1770), Torre de la Catedral de Caracas.)

ARTES DECORATIVAS Y APLICADAS:
CARPINTERIA Y EBANISTERIA: Tallas en madera de Retablos y Confesionarios.

PIEZAS UTILITARIAS: Sillas, butacas, mesas, escaparates, puertas, ventanas, armarios, parihuelas.

MARQUETERIA: Uso artístico de varios tipos de madera (de excelente variedad y calidad en el país), entre otros maestros carpinteros destacaron:

Domingo Gutiérrez (Retablo Mayor de la Orden Tercera, I. de S. Francisco, (1765-1768); Retablo del Santo Niño de Belen; idem, 1762-1764)
Antonio de los Reyes (Cátedra de Santo Tomás de Aquino, Capilla de Santa Rosa, 1755, Sillón de la casa de los Condes de San Xavier, 1750-1755)
Juan Francisco y Pedro León Quintana (Retablo Sacristía de Catedral, Retablo Mayor de Nuestra Señora de la Antigua en la Iglesia de San Jacinto en 1744.)
Francisco José Cardozo (Retablo de la Sma. Trinidad, I. de San Francisco, 1798; Retablo Mayor de la Iglesia de N. S. de Altagracia en 1817; Retablo del Santo Sepulcro de Catedral en 1791)
Serafín Antonio Almeida (Coro de Catedral, fines del XVIII)
Maestro Eugenio Juan Guzmán (Retablo de la Cofradía de San Pedro, Catedral, 1792)
María Anastasio de Castro (Única mujer de la que poseo referencia talló cuatro angelitos que rematarían las andas doradas de la Cofradía del Rosario de la I. de San Jacinto en 1743, los mismos fueron dorados por Pedro Álvarez Carneiro (Boulton, Juan Pedro López)

ORFEBRERIA Y PLATERIA: Destacada ejecución de piezas para la eucaristía, joyería para adorno de las imágenes religiosas:

Pedro Ignacio Ramos (Realizó columna de carey y plata del Santo Cristo de la Columna de la Iglesia de Altagracia en 1748; cáliz y patena para la Iglesia de Candelaria en 1764; y en 1766 tarjeta de Plata a N. S. de la Merced por su intersección en el terremoto de Santa Ursula de este siglo)
Juan Félix Olivares (Realizó doce arañas de plata para Catedral en 1752; en 1775 fue nombrado por el Cabildo caraqueño Contraste de oro, ante imposibilidad de Pedro Ignacio Ramos de asumir el cargo, Ramos fallece en 1781)
Domingo Tomás Núñez ( Realiza la tiara, cruz y llaves de plata para la imagen de vestir de San Pedro en 1742; termina en Caracas en 1756 el Sagrario de N. S. de la Coromoto de la Iglesia de Guanare, plata martillada, repujada y cincelada de 3 mts. de alto, una de las piezas de mayor tamaño que aún se conserva)

FUNDIDORES: de Campanas y Estatuas:

Sebastián de Ochoa Montes (Santo Sepulcro, Cedro con aplicaciones de Plata sobre Carey, Convento de la Concepción, 1728)
Luís Antonio Toledo (fundidor, autor de la primera estatua documentada en Caracas, 1770: La Estatua la Fe)

TEXTILES: Bordado y Confección de Pendones, alfombras, vestidos, Servicio Religioso.


BIBLIOGRAFIA

ARCILA FARIAS, Eduardo (1946). Economía colonial de Venezuela. Fondo de Cultura Económica. México. (COLECCION TIERRA FIRME. 24).


BARROSO ALFARO, Manuel (1993). La parroquia de Santa Rosalía de Palermo de Caracas. Documentos para su Historia. Ediciones Presidencia de la República. Caracas.

BOULTON, Alfredo (1975). Historia de la pintura en Venezuela. Tomo I. época Colonial. Caracas, Editorial Armitano. Segunda Edición

CALCAÑO, José Antonio (1960). El padre Sojo (1739-1799). Ediciones “Fundación Eugenio Mendoza”. Caracas.

DUARTE, Carlos (1997). Aportes documentales a la historia de la Arquitectura del periodo Hispánico Venezolano. N° 236. Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela. Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia. Caracas.

DUARTE, Carlos (1978). Los maestros fundidores del periodo colonial de Venezuela. Monte Ávila. Caracas.

DUARTE, Carlos (1974). El orfebre Pedro Ignacio Ramos. Ediciones Equinnoccio (Universidad Simón Rodríguez). Caracas.

DUARTE, Carlos (2000). El arte de medir el tiempo durante el período hispánico en Venezuela. Edit. Arte. Caracas.

DUARTE, Carlos (2004). Grandes Maestros Carpinteros del período Hispánico Venezolano. Edit. Ex Libris. Caracas.

GASPARINI, Graciano (1969). Caracas Colonial. Centro Editor de América Latina. Buenos Aires.

Grandes Maravillas de Venezuela. Una Visión de nuestro Patrimonio. Ediciones El Nacional. Caracas.

LANDAETA ROSALES, Manuel (1907). Estatuas y pilas antiguas de Caracas. Tip. Herrera Irigoyen & C. A. Caracas.

LEAL, Idelfonso (1978). Nuevos documentos para el estudio de la Historia. Biblioteca de la Academia de Historia. Caracas

LEAL, Idelfonso (1980). Historia de la Universidad Central de Venezuela (1721-1827). Tomo II. Universidad Central de Venezuela. Caracas.



NÚÑEZ, Enrique Bernardo (1947). La ciudad de los techos rojos. Monte Ávila Editores. Caracas

NÚÑEZ, Enrique Bernardo (1988). Figuras y Estampas de la antigua Caracas. Editorial Monte Ávila. Caracas.

OTADUY, Padre Ernesto (1973). Iglesias de la antigua Caracas. Imprenta Municipal de Caracas.

PINO ITURRIETA (1997). Carlos III, el rey ilustrado de España. Revista Cultural La Brújula. Conac. Año 2. Nº 75. Caracas.

SCHAEL, Guillermo José (1984). El vecindario de Bolívar. Gráficas Armitano. Caracas.



Lic. Danaeé Alvarado C.
Octubre, 2006

Fig. 1
Fig 2

EL MAESTRO DE CARPINTERIA
FRANCISCO DE LEON QUINTANA.

Durante el siglo XVIII vivieron en Caracas destacados artistas y artesanos entrenados en las casas-talleres ubicadas en las parroquias de Altagracia y Candelaria, quienes a su vez fueron formando generaciones de jóvenes de los grupos étnicos que entonces podían ejercer esos llamados oficios bajos. Grupos de canarios arribaron a comienzos de este siglo para traer las nuevas tendencias y modernizar las antiguas casonas caraqueñas, sus iglesias y conventos, edificios que fueron remozados durante esta centuria, como manifestación de la prosperidad que por ese entonces no solo sumó caudales a los blancos criollos, sino que también significo la acumulación de significativas fortunas que con su trabajo remunerado lograron canarios, pardos y negros libres.
Uno de esos destacados jóvenes fue Juan Francisco de León Quintana, quien junto a su hermano Gregorio, elaboraron complejos y hermosos retablos y otras piezas de las que aún hay que seguir las pistas. Núñez (1947) destacaba en su capitulo X, entre los vecinos que registró en la nomenclatura que propuso el Obispo Antonio Diez Madroñero para identificar a Santiago de León de Caracas y promover la fe cristiana colocando a calles, esquinas y casas con nombres extraídos de las distintas advocaciones de Jesús y la Virgen, y del Santoral, esta ésta en la Calle X, del Desierto y de la Transfiguración del Señor (Norte 5, Sur 5)

En los detalles del plano de Caracas para 1766 (Alvarado, 2009) y el más reciente de 1996 (VisualMap) podemos ubicar la esquina donde vivía el maestro León Quintana, correspondiendo la entonces Calle XXI de oeste a este, la actual Av. Urdaneta. En frente de dicha esquina el primer puente de Caracas (según Montenegro 2000) que levantó el suegro de León Quintana. En la imagen de Google Earth de 2009 se observa el paso del Catuche entre las edificaciones de la cuadra que en 1766 era conocida como la 149, anterior a la del maestro León Quintana o Franco. Quintana. Es así como en el padrón de 1766 aparece la cuadra que va desde:
o “…150” Puertecilla (¿o fuentecilla?) de Punceles quadra de Franco Quintana y de N. S del Amor hermoso”.
Correspondiendo a la cuadra comprendida entre las esquinas de Punceles a Cují. Este sector evoca varios aspectos que refieren entre otros Arístides Rojas, en sus Crónicas de Caracas (Compilación de sus escritos de Caracas que en 1946 organizó Enrique Bernardo Núñez), el autor recuerda como se nombra a la esquina al sur de Punceles, la llamada esquina de Cují, esa denominada de esta manera por esa variedad de acacias que crecían en esta zona de Candelaria. Por otra parte, Montenegro (2000) y Núñez (1947, p. 167), nos describen al notable vecino de ese lugar, el sargento Nicolás Punzel Montilla, quien en 1707 fabricó el primer puente de esta ciudad: el Puente de Punceles. Este laborioso vecino pidió al Ayuntamiento un terreno en la otra banda del Catuche para establecer allí su vivienda y una industria de corambre (curtido de cueros), también fabricó una noria con grandes cántaros de barro y “sus canjilones repletos vertían el agua del Catuche en los canales de piedra que iban a surtir su tenería”. Estas obras resultaron en beneficio de Punzel, su familia y vecinos, generando prosperidad al lugar. Punzel estaba casado con María Rosa Carrasco, con quien tuvo descendencia. Montenegro (2000) también refiere que su notoriedad se debía a sus hijas de nombres peculiares, sus hijos e hijas aparecen en Iturriza (1974) de la siguiente manera:
 Juan Puncel de Montilla casó con Isabel Rodríguez Méndez el 30 de julio de 1712 (Fol. 66)
 Felipa Jacobina Puncel de Montilla, casó el 24 de noviembre de 1716 (Fol. 106) casó con Manuel Francisco de Ochoa, hijo legítimo de Manuel de Ochoa y de Lorenza Beltran.
 Luisa Potenciana Puncel de Montilla, casó el 1 de abril de 1725 (Fol. 74) con don Vicente Tejera de la Mota, Contador de Particiones de Caracas, natural de Sevilla, hijo legítimo de don Juan Tejera de la Mota y de doña María Ana Josefa de ¿Arratia?.
 Pedro Puncel de Montilla, casó el primero de diciembre de 1726 (Fol.97) con Petronila Rodríguez Bello, hija legitima de José Rodríguez e Isabel Martínez, su velatorio tuvo lugar el 12 de noviembre de 1727 (Fol. 107).
 María Feliciana Puncel de Montilla, casó el 1729 (Fol. 15) con Francisco de León Quintana, maestro de Carpintería (Iturriza, 1974). Detalles última reseña
 Y Bernabela Antonia Puncel de Montilla, quien no tomó estado (Montenegro, 2000).
Don Nicolás y su mujer María Rosa Carrasco fundaron una familia trabajadora en este sitio actualmente comprendido entre la Av. Urdaneta y la Av. FFAA.
Respecto al vecino mencionado en el empadronamiento de 1766, es el yerno del Sargento Punzel (ver reseña el listado anterior), el notable maestro carpintero Juan Francisco de León Quintana, hijo de Matías de León y de María de las Nieves Quintana (difunta para 1730), hermano de Gregorio de León Quintana artífices de hermosos retablos caraqueños, entre otros el del Santo Cristo, y el de la Sacristía Mayor, ambos de Catedral, también realizó el Sagrario y otras piezas para hoy desaparecida Iglesia de San Jacinto. Activo desde 1722, fue también tallador y tasador. El y su hermano eran vecinos de los Punceles, Francisco había recibido casa que hace esquina con el puente en el barrio de la Carnicería (Montenegro, 2000). Casó con Feliciana Punzel, el año de 1729, hija de don Nicolás Punzel y Rosa María Carrasco.
Imagenes:

(Fig. 1) Detalle de la La Coronación de la Virgen pintado por Lorenzo José Zurita en 1747 para el retablo de la Sacristía Mayor de la Catedral de Caracas, parte del complicado diseño tallado por el maestro León Quintana Boulton

(Fig. 2) Esta es una de las tallas conocidas del maestro de carpintería Juan Francisco de León Quintana: el Retablo de la Sacristía Mayor de la Iglesia Catedral elaborado entre 1754 y 1756.
En la misma se puede apreciar la modalidad de trabajo de entonces, puesto que además de la elaborada talla también participaron en su decoración el maestro dorador y pintor Pedro Juan Álvarez Carneiro, así como también las pinturas de José Lorenzo Zurita, Juan Pedro López y Fernando Álvarez Carneiro, tal como lo indica Duarte (2004)




BIBLIOGRAFIA

ALVARADO CABRERA, Danes J. (2009). El plano de Caracas de 1766. Ubicación de los vecinos de la ciudad Mariana de Caracas. Inédito.

BOULTON, Alfredo (1975). Historia de la pintura en Venezuela. Tomo I. época Colonial. .Caracas, Editorial Armitano. Segunda Edición

DUARTE, Carlos (2004). Grandes Maestros Carpinteros del período Hispánico Venezolano. Edit. Ex Libris. Caracas.

ITURRIZA GUILLÉN, Carlos (1974). Matrimonios y velaciones de españoles y blancos criollos. 1615-1831. Publicaciones del Instituto Venezolano de Genealogía. Caracas.

MONTENEGRO, Juan Ernesto (2000). El Ayuntamiento nació en la esquina del Principal. Ediciones del Ayuntamiento. Caracas.

NÚÑEZ, Enrique Bernardo (1947). La ciudad de los techos rojos. Monte Ávila Editores. Caracas

ROJAS, Arístides (1946). Crónicas de Caracas. Antología. Lima. Ediciones Nuevo Mundo, 1962. (Escritores Latinoamericanos). Compilado por Enrique Bernardo Núñez. (1946)

VALERY S., Rafael (1978). La Nomenclatura caraqueña. Ediciones Petróleo de Venezuela. Caracas.

Programa Visual Map. (1996) Y Google Earth (2009) (Estas imágenes no logré colgarlas en el artículo)

sábado, 21 de mayo de 2011

Acerca de los Lazaretos en Caracas

ACERCA DE LOS LAZARETOS EN CARACAS

En Santiago de León de Caracas existía entre los centros hospitalarios de la época, el Lazareto, el mismo, se encontraba en la actual parroquia Candelaria, en la cuadra comprendida entre las esquinas de San Lázaro a Puente Victoria. Se llamaba Capilla y Real Hospedaje de San Lázaro, cuya ubicación se puede ver en el plano de Mendoza Soler de 1810 y el plano de Alvarado (2005) en la cuadra Nº 397.

Núñez (1947), en La ciudad de los techos rojos, señala que en 1750 el Regidor Pedro Blanco de Ponte, hacía diligencias para la creación del Hospital de San Lázaro. En 1752 el Alguacil Mayor Juan Cristóbal Obelmejía recaudaba fondos (pedía limosnas, como se significaba entonces) para la fabrica de dicho hospicio, los miembros del Ayuntamiento aportaron dineros de su propio peculio. En 1761 el encargado de la fábrica don Fernando de Lovera y Otáñez, señalaba al Rey el interés de su prima doña Luisa de Bolívar y Ponte, de dotar la capilla (Pág. 125), esta iniciativa de doña Luisa le trajo un desencuentro con el entonces obispo de Caracas Antonio Diez Madroñero, situación que también nos narra Núñez. Luego de discusiones en el Cabildo entre el sitio de San Juan y este de Candelaria, se decidió por este último por hallarse extramuros de la ciudad.

IMAGEN 27.jpg

Imagen recreada de foto de 1940, tomado de Valery (1987)

Arriba en el plano 1996 (Programa Visual Map) apreciamos la apariencia actual del sector donde estuvo el Lazareto y a la derecha en el Plano de Alvarado (2005) el estado de ese sitio para el año de 1766, en este último apreciamos la quebrada de San Lázaro, espejo de agua que fue dragado antes de concluir el siglo XVIII y mas al este el entonces río Catuche. Las cuadras punteadas nos indican espacios no ocupados por vecinos. Sin embargo, años más tarde, la ciudad observó un considerable aumento de la población, de modo tal que para 1775 el Lazareto estaba rodeado de casas y muchos vecinos frecuentaban su capilla para asistir a los oficios religiosos, como era la costumbre en esos tiempos. Preocupado por esta situación, el Ayuntamiento caraqueño comenzó a considerar la posibilidad de construir un nuevo Lazareto fuera de la ciudad. Iniciándose la fabrica de la Casa del Real Amparo entre 1776-1778 en el sitio de Sarria. Quedando tan lujoso y adecuado, indica Núñez (1947), que las autoridades decidieron utilizarlo como Casa de Recreo para las Autoridades. La imagen se redibujo en base a las fotos publicadas por Valery (1978).

IMAGEN 23.jpg

Schael (1984) nos presenta otra interesante semblanza del Lazareto, nunca se dio el traslado de los enfermos a la Casa del Real Amparo, por lo cual se mantuvieron los lazarinos en el sitio de Candelaria, siendo que el terremoto de 1812 arruinó la construcción y con la caída de los techos y tapias, muchos de los residentes quedaron sepultados. Los sobrevivientes deambularon por la ruinosa ciudad durante muchos años, manteniéndose algunos de ellos con la venta de granjerías. En el año 14 se discutía entre las autoridades la necesidad de recoger a los lazaros, el conocido José Domingo Díaz Contralor e Inspector de Hospitales, conminaba a los vecinos a través de La Gazeta de Caracas a colaborar con esta obra, entregando limosnas al Capelán del Hospital.

En 1817 se destinó a Lazareto la casa de Antonio Padrón en el valle de Catia, pues señalaba el Protomedicato: …los aires de Catia no arrastran consigo los efluvios pestilentes a la Capital.

Por otra parte la Casa del Real Amparo, construida en tiempos del Gobernador José Solano López fue utilizada por las autoridades para temperar y para el descanso de autoridades y personas destacadas como Humboldt y Bonpland que fueron invitados a disfrutar de estos espacios, así como los estudiantes de la Real y Pontificia Universidad de Caracas, a quienes les organizaban excursiones a este lugar.

En la revisión del Plano de Caracas actual vemos en la Parroquia San Juan la hoy desaparecida quebrada Lazarinos, posible alusión al primer lazareto, se presenta entonces, el plano actual y el plano realizado por Alvarado (2005), en el que se aprecia la apariencia del sector para 1766.

BIBLIOGRAFIA

NÚÑEZ, Enrique Bernardo (1947). La ciudad de los techos rojos. Monte Ávila Editores. Caracas. 1988

SCHAEL, Guillermo José (1984). El vecindario de Bolívar. Gráficas Armitano. Caracas.

VALERY S., Rafael (1978). La Nomenclatura caraqueña. Ediciones Petróleo de Venezuela. Caracas.

ALVARADO C., Danaeé (2011). Aproximación al estudio del espacio urbano y ubicación de los vecinos de Caracas en 1766. Inédito.

Acerca de los Lazaretos en Caracas

Casa del Real Amparo, Sarría
Real Hospital de San Lázaro, Candelaria



ACERCA DE LOS LAZARETOS EN CARACAS



En Santiago de León de Caracas existía entre los centros hospitalarios de la época, el Lazareto, el mismo, se encontraba en la actual parroquia Candelaria, en la cuadra comprendida entre las esquinas de San Lázaro a Puente Victoria. Se llamaba Capilla y Real Hospedaje de San Lázaro, cuya ubicación se puede ver en el plano de Mendoza Soler de 1810 y el plano de Alvarado (2005) en la cuadra Nº 397.



Núñez (1947), en La ciudad de los techos rojos, señala que en 1750 el Regidor Pedro Blanco de Ponte, hacía diligencias para la creación del Hospital de San Lázaro. En 1752 el Alguacil Mayor Juan Cristóbal Obelmejía recaudaba fondos (pedía limosnas, como se significaba entonces) para la fabrica de dicho hospicio, los miembros del Ayuntamiento aportaron dineros de su propio peculio. En 1761 el encargado de la fábrica don Fernando de Lovera y Otáñez, señalaba al Rey el interés de su prima doña Luisa de Bolívar y Ponte, de dotar la capilla (Pág. 125), esta iniciativa de doña Luisa le trajo un desencuentro con el entonces obispo de Caracas Antonio Diez Madroñero, situación que también nos narra Núñez. Luego de discusiones en el Cabildo entre el sitio de San Juan y este de Candelaria, se decidió por este último por hallarse extramuros de la ciudad.


IMAGEN 27.jpg



Imagen recreada de foto de 1940, tomado de Valery (1987)





Arriba en el plano 1996 (Programa Visual Map) apreciamos la apariencia actual del sector donde estuvo el Lazareto y a la derecha en el Plano de Alvarado (2005) el estado de ese sitio para el año de 1766, en este último apreciamos la quebrada de San Lázaro, espejo de agua que fue dragado antes de concluir el siglo XVIII y mas al este el entonces río Catuche. Las cuadras punteadas nos indican espacios no ocupados por vecinos. Sin embargo, años más tarde, la ciudad observó un considerable aumento de la población, de modo tal que para 1775 el Lazareto estaba rodeado de casas y muchos vecinos frecuentaban su capilla para asistir a los oficios religiosos, como era la costumbre en esos tiempos. Preocupado por esta situación, el Ayuntamiento caraqueño comenzó a considerar la posibilidad de construir un nuevo Lazareto fuera de la ciudad. Iniciándose la fabrica de la Casa del Real Amparo entre 1776-1778 en el sitio de Sarria. Quedando tan lujoso y adecuado, indica Núñez (1947), que las autoridades decidieron utilizarlo como Casa de Recreo para las Autoridades. La imagen se redibujo en base a las fotos publicadas por Valery (1978).




Schael (1984) nos presenta otra interesante semblanza del Lazareto, nunca se dio el traslado de los enfermos a la Casa del Real Amparo, por lo cual se mantuvieron los lazarinos en el sitio de Candelaria, siendo que el terremoto de 1812 arruinó la construcción y con la caída de los techos y tapias, muchos de los residentes quedaron sepultados. Los sobrevivientes deambularon por la ruinosa ciudad durante muchos años, manteniéndose algunos de ellos con la venta de granjerías. En el año 14 se discutía entre las autoridades la necesidad de recoger a los lazaros, el conocido José Domingo Díaz Contralor e Inspector de Hospitales, conminaba a los vecinos a través de La Gazeta de Caracas a colaborar con esta obra, entregando limosnas al Capelán del Hospital.



En 1817 se destinó a Lazareto la casa de Antonio Padrón en el valle de Catia, pues señalaba el Protomedicato: …los aires de Catia no arrastran consigo los efluvios pestilentes a la Capital.



Por otra parte la Casa del Real Amparo, construida en tiempos del Gobernador José Solano López fue utilizada por las autoridades para temperar y para el descanso de autoridades y personas destacadas como Humboldt y Bonpland que fueron invitados a disfrutar de estos espacios, así como los estudiantes de la Real y Pontificia Universidad de Caracas, a quienes les organizaban excursiones a este lugar.



En la revisión del Plano de Caracas actual vemos en la Parroquia San Juan la hoy desaparecida quebrada Lazarinos, posible alusión al primer lazareto, se presenta entonces, el plano actual y el plano realizado por Alvarado (2005), en el que se aprecia la apariencia del sector para 1766.











BIBLIOGRAFIA



NÚÑEZ, Enrique Bernardo (1947). La ciudad de los techos rojos. Monte Ávila Editores. Caracas. 1988



SCHAEL, Guillermo José (1984). El vecindario de Bolívar. Gráficas Armitano. Caracas.



VALERY S., Rafael (1978). La Nomenclatura caraqueña. Ediciones Petróleo de Venezuela. Caracas.



ALVARADO C., Danaeé (2011). Aproximación al estudio del espacio urbano y ubicación de los vecinos de Caracas en 1766. Inédito.


Presento mis excusas pues las imágenes correspondientes a las señalizaciones en los planos 2009 y 1766, no puedo insertarlas, pues fueron extraidas exclusivamente para el formato digitalizado y no responden a las acciones copiar-pegar. Si algún lector o encargado de los Blogs puede inrformarme el procedimiento correcto, lo agradeceré